Este
abril, puse en crisis mis certezas y me llené de preguntas. No es la primera
vez, siempre me cuestiono si valen la pena tantos interrogantes y si no es
complicarme la vida. Algunos me dicen que es mejor no pensar para evitar problemas,
pero no puedo evitarlo, es una necesidad.
Esta
fase de preguntas se caracteriza por la soledad. Me encierro en burbujas de
silencio, busco respuestas y quedo en un estado contemplativo. El mundo sigue
girando y no importa que tan desordenada esté mi cabeza, hay que cumplir la
rutina, sólo reacciono mecánicamente. Son días insípidos.
Me
rebusco en esos libros que siempre están cerca, esperando el momento oportuno.
Se me ocurre abrirlos, sumergirme en sus páginas. Voy de un libro a otro y
luego paso a internet, donde quedo por horas.
Preguntas
y más preguntas, parece que voy a enloquecer. Es ahí cuando decido salir del
caparazón para relacionarme con otros seres tan sedientos de mundo como yo, mis
amigos.
Doy
gracias a Dios porque siempre están ahí para acompañar mi proceso de
aprendizaje. Ellos no tienen respuestas, me generan nuevas preguntas, me recetan
más libros, me regalan canciones y poesía. Compartimos experiencias de vida y
hacemos historia, escarbando el pasado, diagnosticando el presente y
proyectamos futuros posibles, algunos cargados de utopía, otros de simples
consecuencias.
Es
como ingresar a un mundo paralelo al real, ideal, el mundo de los valientes y
soñadores. Una vez ahí podemos pasar horas, encontrando la solución a todos los
problemas globales, sociales, económicos y existenciales del ser humano.
Y
después de todo me pregunto, ¿cómo aplicamos todo esto? No se trata de ir por
la vida chocando contra el muro de la realidad ni aislarse del sistema vigente,
sino insertarse nadando contra la corriente.
“Las
lecciones de la realidad no matan el idealismo, lo educan”, sostiene José
Ingenieros.
Esta
vez, abril fue el mes de las preguntas… Se va abril, encontré algunas respuestas,
algunos signos de interrogación siguen ahí, palpitando en mi cabeza.
Atravesar
el mar de preguntas, siempre implica cierta inestabilidad en mi rutina diaria, aun
así no cambio este viaje hacia la verdad por nada del mundo.
Se
va abril, pero el viaje continúa… llegaremos a tiempo.
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