Cuesta vivir el presente cuando se sueña tanto con un futuro mejor. La utopía nos hace avanzar, pero la ansiedad es nociva cuando se hace compañera de la soledad y traiciona. ¡Tantas cosas pueden pasar desapercibidas en este trajinar rumbo al ideal!
En este camino hubo etapas mágicas... pero acabaron. Ahora el desafío es encontrar lo mágico en lo cotidiano, volver a encontrar sentido a la rutina.
Aún hay mucho mundo por descubrir, los pies están inquietos, pero inmóviles a la vez. Queda sólo volar con la imaginación, pero esos viajes son ahora inoportunos.
Es el tiempo de estar aquí, exactamente donde estoy y aprovechar lo que ofrece el presente.
Podemos, si queremos, tener la edad del cielo... como dice Jorge Drexler.
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