Con mucho dolor, impotencia e indignación, este jueves 19 de julio,
fui testigo de un atentado a la independencia de los medios de comunicación del
Alto Paraná. Y en realidad, antes de hablar de un atentado, tendría que
preguntar si existe la tan mentada independencia.
La credibilidad es el
principal capital de un medio, por ende, también del periodista. Pero, ¿qué
credibilidad puede tener un medio de comunicación que pide la financiación de
un movimiento político, para organizar un torneo
deportivo, cuyo espíritu es la integración de los trabajadores de la prensa?
El Paraguay atraviesa
una crisis política y social, y en este contexto, más que nunca la ciudadanía
precisa de medios creíbles, información confiable, independiente, veraz. ¿Es
esto posible en el Alto Paraná, donde un espacio tradicional de recreación de
los trabajadores de prensa es financiado por los políticos de turno?
Esta no es la primera
vez que ocurre. El Torneo Inter-medios es tradicional en la zona desde hace más
de una década. Obviamente, el hecho de que los trofeos, el alquiler de la cancha
y la contratación de los árbitros sean financiados por un sector político
partidario, no implica que todos los medios participantes apoyen determinados
candidatos. Sin embargo, se partidiza un evento que debería carecer de preferencias
políticas, porque se supone que es plural y de integración. Con esta práctica,
se pone en peligro la credibilidad de la prensa paranaense al vincularla con un
movimiento político.
Esta crítica pretende
ser constructiva y por otro lado, hacer visible a lectores, oyentes y
televidentes, una realidad que necesita cambiar. Al fin de cuentas, los medios
obedecen a su público.
“Un periodista debe ser
creíble. El proceso democrático depende de un flujo contínuo de información
confiable, verdadera y exacta. Los periodistas son los primeros responsables de
ese proceso. Su éxito –en realidad su supervivencia económica- depende del
establecimiento de una relación de confianza con sus lectores, oyentes o
televidentes. Tienen un contrato con la sociedad civil para recoger y difundir
información, pero deben hacerlo de manera ética. Los periodistas que solo
entregan un punto de vista, que hacen sensacionalismo al cubrir la noticias,
que no informan acerca de sus fuentes o usan el engaño para reunir información
sin una razón que lo justifique, están corroyendo esa relación de confianza que
es esencial para el cumplimiento de la misión de la prensa en una sociedad
democrática. Los periodistas deben ser independientes. (…) Los periodistas
deben ser independientes de cualquier influencia externa o alianza
comprometedora incluyendo las presiones comerciales y la participación en
actividades políticas u otras causas que puedan ser vistas como conflicto de
intereses. Esto no significa que el periodista deba ser un ermitaño social, pero
es imperativo que no aparezca ante el público como una persona comprometida con
ningún interés especial”. (Louis A. Day en La ética periodística en el nuevo
milenio. Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile 2001, pp 31 y 32).