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domingo, 24 de junio de 2012

Indignación y democracia

Con un golpe parlamentario, se fue el presidente de la alternancia. Paraguay, el corazón de América del Sur está en la mira internacional. El pueblo guaraní está de luto, tratando de recuperarse de la muerte de 17 compatriotas e intentando superar un retroceso democrático.



En este contexto, es importante ejercitar la memoria. Está demostrado que la indignación ciudadana bien canalizada puede generar cambios. Haciendo un poco de historia, uno de los factores que derribó al Partido Colorado, que llevaba 60 años en el poder, fue justamente el hartazgo social. Corría el 2007 y el pueblo padecía un presidente cegado por sus ambiciones de poder.

Poco antes de las elecciones generales del 2008, hubo un despertar que fue capitalizado políticamente. Con una multitudinaria manifestación, que copó las plazas frente al congreso, se repudió la actuación del presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, quien violó la Constitución Nacional (art.237), al postularse a la presidencia del Partido Colorado, aun siendo primer mandatario del país.

Surgió la consigna “Dictadura nunca más, ni dictadores ni tendotás” y el  movimiento denominado “Resistencia ciudadana”, que luego se convirtió en la Alianza Patriótica para el Cambio, plataforma política-electoral que llevó al poder al ex obispo de San Pedro.

Tengo muchos cuestionamientos hacia la gestión presidencial de Fernando Lugo, pero estoy convencida de que este juicio político, pese a figurar en la Constitución Nacional (art. 225), fue mal aplicado por diputados y senadores. No se respetó derechos fundamentales, también establecidos en la carta magna, como la legítima defensa y el debido proceso (art. 17).

Nuestra Constitución Nacional fue violentada una y otra vez desde su promulgación, el 20 de junio de 1992. Sigue siendo una utopía, empezando por el primer artículo:

“La República del Paraguay es para siempre libre e independiente. Se constituye en Estado social de derecho, unitario, indivisible, y descentralizado en la forma que se establecen esta Constitución y las leyes. La República del Paraguay adopta para su gobierno la democracia representativa, participativa y pluralista, fundada en el reconocimiento de la dignidad humana”.

Pregunto: ¿Existe democracia en Paraguay? ¿Los representantes electos actúan conforme a los intereses de la ciudadanía? ¿Ó de acuerdo con pequeños grupos de poder económico y político? ¿A quiénes representan? ¿Participa la gente en la formulación de políticas públicas o de leyes? ¿Existe respeto al pensamiento ideológico?

Con los últimos acontecimientos que decepcionan al pueblo paraguayo, más allá de las diferencias particulares, debemos asumir la responsabilidad en el fortalecimiento de nuestra democracia. ¿Hasta cuándo permitiremos el pisoteo de nuestra Constitución Nacional?

No es el momento de ataques entre paraguayos con violencia sino tratar de reconstruir la democracia pacíficamente, sin violencia, verbal ni mucho menos física. 

Es el momento de estar en alerta, de vigilar el manejo de los bienes del Estado, de ser críticos, de crear espacios de educación cívica, de plantear alternativas para la solución de los problemas sociales. Es el momento de estar unidos y construir en el disenso. 

Lastimosamente, como en aquel 2007, la consigna sigue siendo “Dictadura nunca más” y la ciudadanía sigue resistiendo el atropello, de quienes dicen ser “representantes del pueblo”. Es momento de canalizar positivamente la indignación en pro de un país  mejor.


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